La celulitis infecciosa es una afección de la piel que va más allá de los problemas estéticos. Se trata de una infección de la dermis causada por algunas bacterias. Por su nombre, puede confundirse con la piel de naranja, pero nada tiene que ver. Aunque es común la celulitis infecciosa pierna, se da de manera frecuente en los miembros inferiores, lo que incluye también los pies. Para salir de dudas y conocer sus síntomas y diferenciarla de otro tipo de celulitis, vamos a ver en qué consiste y cuáles son los tratamientos más comunes para ponerle remedio.

¿Qué es la celulitis infecciosa?

Para empezar, conviene distinguir entre la celulitis tradicional, conocida por sus implicaciones estéticas, y la infecciosa. La primera se origina por la acumulación de grasa en áreas cercanas a la superficie de la piel y afecta a su apariencia, algo que puede repercutir en el bienestar psicológico de la persona. Sin embargo, no suele acarrear problemas de salud. Por contra, la celulitis infecciosa se produce por la infección de las capas más profundas de la dermis y, aunque puede aparecer en cualquier parte del cuerpo, las áreas más comunes suelen ser las piernas y los pies.

Los responsables de esta afección suelen ser bacterias, a menudo estafilococos y estreptococos. Suelen introducirse en el organismo a través de una herida abierta (un corte, una picadura, etc.) que no haya sido tratada correctamente. Sin embargo, existen ciertos factores de riesgo que pueden provocar que una persona pueda contraer la infección con mayor facilidad, como aquellas que padecen eccema o dermatitis, debido a que la barrera cutánea puede verse comprometida en ocasiones, o quienes tengan un sistema inmune debilitado.

¿Cuáles son los síntomas de la celulitis infecciosa?

Existen una serie de señales que pueden alertar de la presencia de la celulitis infecciosa. Los principales son:

• Enrojecimiento de la piel de la zona afectada, que también puede sentirse caliente al tacto.
• Hinchazón evidente en la dermis y dolor que puede variar en intensidad.
• Irritación en la piel que puede dar lugar a erupciones o ampollas.
• Sensibilidad del área y molestias provocadas por el contacto.
• En algunas personas puede provocar fiebre

La celulitis infecciosa es una afección común y no suele ser grave. Sin embargo, debe tratarse para que no se convierta en un problema serio de salud y se extienda al torrente sanguíneo. En casos más severos, los síntomas incluyen escalofríos, mareos, dolores musculares y una sensación de malestar generalizado.

¿Qué tratamientos existen?

Al tratarse de una infección bacteriana, el principal tratamiento incluye antibióticos. Estos serán indicados por un médico especialista que especificará la cantidad y la duración según la situación concreta. Como orientación general, los casos leves pueden implicar medicación durante 5 días, mientras que en los casos más graves se puede extender hasta los 14 días.

Uno de los mejores tratamientos que te pueden ayudar a eliminar la celulitis es, sin duda, la carboxiterapia, un tratamiento estético no quirúrgico que consiste en la inyección de dióxido de carbono (CO2) en el tejido subcutáneo. El gas se inyecta a través de una pequeña aguja y se dirige a las áreas específicas del cuerpo que se desean tratar

Para mejorar el malestar que provoca la celulitis infecciosa, se suele recomendar elevar la parte del cuerpo perjudicada para paliar la inflamación, el uso de vendas frías para bajar la temperatura del área y el restablecimiento de la barrera cutánea mediante la hidratación de la piel. El diagnóstico puede realizarse a través de los síntomas visibles, aunque el profesional también puede solicitar analíticas. Si se siguen las pautas proporcionadas por el profesional de la salud, la recuperación suele ser rápida.

Por último, es posible prevenir la celulitis infecciosa a través de sencillos pasos. Mantener la higiene e hidratación son dos cuestiones cruciales, ya que evita que se formen heridas o fisuras a través de las que se podría contraer la infección. Además, cuando existan heridas, es importante limpiarlas y desinfectarlas correctamente.

Ante la sospecha de cualquier síntoma, es conveniente acudir a un especialista para que pueda realizar una valoración y diagnóstico.